lunes, 5 de abril de 2010

un juego de doble moral

9 a.m., domingo: “A levantarse Juanito, ya casi llega el Señor”- me dice mamá, mientras me pregunta por el vestido, si ese de camisa, pantalón de paño y zapatos de cuero, el que me regalo mi tío en la primera comunión. Mamá tiene delirio de virgen, usa un manto negro sobre la cabeza y se ve chistosa pero no le puedo decir eso sino me gano una “pela”. Prendemos la radio pero hoy no hay música sino que todo el día hablan del señor al que vamos a ver. Medio desayunamos y creo que ya nos esta cogiendo la tarde, hay que apurarnos para ir a comprar las palmas de cera y esas velas gordas y grandotas que todavía no entiendo porque no llevamos las que tenemos en casa cuando se va la luz. Me da pereza, ese señor llega cada año a molestar el sueño ajeno, no toca clases y sin embargo me toca levantarme temprano por el tal señor y lo peor es que ese señor que se pasea las calles de Popayán en calzoncillos ni siquiera nos mira y la verdad no parece contento de haber llegado, yo creo que es porque todo mundo lo esta viendo semidesnudo, quizás siente vergüenza.

Me distraigo cuando se pasean los niños de los cucuruchos de maní por mi lado, y le insisto a mamá que me compre uno. Pero aun no estoy seguro si quiero maní, también quiero obleas, creo que me decidí por algo, pero cuando mi mamá me da las monedas, los niños del maní se han ido corriendo porque la policía parece que estuviera jugando a la lleva con ellos, ya que los están persiguiendo y por un momento pienso en que quiero jugar, pero cuando veo que el juego es algo brusco prefiero seguir con mi mamá y ella me promete que mejor me lleva a comer empanaditas de pipían al pueblito patojo cuando se acabe la procesión.

Llevamos mucho tiempo parados y me pongo feliz cuando encuentro una silla libre, me quiero sentar pero mi mamá no me deja, dice que son de los ricos, unos tales Valencia, no entiendo porque si sobra una silla no puedo sentarme, me duelen las piernas de estar parado, pero bueno, por lo menos no soy el único, hay muchísimas personas que están en las mismas y pienso que quizás esta prohibido sentarse, entonces los que están haciendo mal son ellos.


10 am, viernes santo. Han pasado muchos años y ha habido muchos cambios aquí. La ciudad se transforma de tal forma durante esta semana, que parece que no fuera Popayán. Las calles están mas llenas de lo normal y no se puede caminar entre este “trafico de personas”, y muchos popayanofilos optan por salir de la ciudad durante estos días afirmando que “semana santa equivale a acostarse tranquilo y levantarse sobresaltado al encontrar la mesa de noche llena de turistas” como nos cuenta Eduardo Gómez Cerón, docente de comunicación social de la Unicauca ( autor de una de las conferencias del libro de los “450 años procesiones semana santa Popayán”) en sus “crónicas de semana santa”. Popayán cuenta con 220.000 habitantes y durante esta temporada hay un incremento de 100.000 turistas que han sido victimas de la falsa imagen que le han vendido los medios de información sobre la “Jerusalén de América”, y estos medios a su vez han sido los culpables de que la ciudad cambiara su sentido religioso por un festival, específicamente desde “la llegada del televisor lo cual transformo tanto esta celebración que paso de ser algo endógeno, visto por los de siempre y muy del pueblo, a algo de todo el mundo, algo visto por los de afuera, dando pie para que estas celebraciones fueran aprovechadas como un escenario, vitrina o palco en el cual resaltarse” como afirma Eduardo Gómez), quien cuenta acerca de cómo las calles de Popayán se convierten en pasarelas en las que personajes como “las sahumadoras salen a las procesiones a disputarse el titulo de señorita Cauca”, siendo al igual que los cargueros miembros de las familias mas pudientes. “Semana santa ya no es una celebración religiosa sino que es conmemorar el tener dinero”, dice Diana Navia, (mas conocida como “lucha” por los amigos), psicóloga, que cuenta que aunque sea payanesa, su perspectiva de esta temporada cambio mucho desde que se fue a vivir a Cali, a lo que el docente Eduardo Gómez agrega en su conferencia “crónicas de semana santa”, que las tradiciones transforman los lugares, las relaciones y las actitudes, aunque dichos cambios sean imperceptibles para la mayoría “solo el que se va por un tiempo los nota”. Ella especifica en como esa semana es aprovechada por la elite de Popayán para hacerse notar, estrenar su mejor vestido, poner su mejor pose y sentarse en la mejor ubicación. Pero ¿Será que si se implementara nuevamente la norma de que el carguero debía usar capucha para cubrir su rostro, la gente seguiría disputándose ese puesto en la procesión?. La respuesta no precisamente seria afirmativa.

Durante esta fecha pareciera que muchos personajes típicos de Popayán desaparecieran como por arte de magia para reaparecer cuando termina tanto festejo y alboroto, y el profesor culpa a “los mal llamados grupos de limpieza social”, aunque hay muchos que afirman que es obra de la alcaldía. Personajes como los desplazados de los semáforos ya no están, ni siquiera los loquitos que se pasean por Popayán y tampoco los que se hacen pasar por loquitos para robar. Se siente la ausencia de muchos. Como en la alcaldía del parque Caldas, donde esta el poder político, ese morenito mostron de Jean viejo, sin camisa y barrigón que siempre se la pasa acostado encima de cartones esperando monedas. Los esposos que se pasean por la esmeralda, él siempre en muletas fingiendo estar cojo y enfermo pero de repente se mejora y sale a correr para robar. Y “la loca marlboro”, recicladora, a quien la quemaron dentro de su casa. Sin olvidar a nuestro “Hector Lavoe” quien entona con delirio de cantante “…tu amor es un periódico de ayer…” mientras se pasea por el parque Carantanta siendo motivo de burla de muchos jóvenes.

Junto a dichos personajes, también los rayones de las paredes desaparecieron. Ahora están completamente blancas, escondiendo tras brochazos de pintura las huellas que puedan delatar la verdadera situación de la ciudad, como el grafiti que causo tanta conmoción y escándalo: “paredes blancas, corazones negros’’como cuenta Jonathan, (joven de 21 años, estudiante de ingeniería agroindustrial y que actualmente esta en segundo semestre de comunicación), que dicha frase muestra la realidad de una ciudad que se maquilla para ocultar tras sus blancas paredes su verdadera situación y mostrar su mejor cara para el turista. “A Popayán la disfrazan de prostituta para ofrecerla al mejor postor” es la frase que muestra una ciudad que se pone bonita para gustarle y ganarse la aprobación del turista. Ante esto se hace necesario reflexionar sobre aspectos como el significado del color blanco y su relación con las paredes de la ciudad. “el color blanco en Popayán suscita a la hipocresía, ya que el blanco denota pureza, tranquilidad, virginidad, y muchas cosas que no tienen nada que ver con Popayán” y ante esto, el profesor Felipe García, docente de Unicauca que actualmente esta a cargo de la asignatura “comunicación y ciudad”, explica que cada ciudad tiene su carácter y su esencia y define que en nuestro caso “ Popayán es una mujer vanidosa, envidiosa, recatada en unas cosas y exhibicionista en otras” diciendo así , que antes de esta época ella se empieza a maquillar, arreglarse para verse bonita y mostrar su mejor faceta pero tan pronto se acaba esta semana vuelve a ser la misma ya que sus novios se han ido. Con su blanco simula ser una ciudad pura que no tiene nada que esconder, pero al remover esa pintura es posible descubrir su verdadera esencia, la cual es de una mujer que ha tratado de reservarse al paso del tiempo y la tecnología para quedarse como está. Es una mujer que esta sola y eso se siente en su misma gente y en sus calles. También es envidiosa porque a pesar que se reserva mucho envidia el progreso de las otras ciudades y detesta que los demás la comparen. Frente a este mensaje tan fuerte, muchos reflexionaron sobre la hipocresía que se maneja, aunque otros, como si tuviesen un velo encima se negaron a ver la realidad que tras tanta belleza colonial y orgullo semana santero se oculta la Popayán de la pobreza que después del terremoto del 31 marzo de 1983 dejo graves secuelas en la ciudad, enfrentándose así con el principal problema de reubicar a las 3000 familias que actualmente se encuentran en campamentos e invasiones, incluyendo las familias individuales que en estos momentos están en viviendas temporales.

Y es que definitivamente, las palabras de “Lucha”, eran muy ciertas-“para un joven la semana santa en Popayán es ver gente de otras partes básicamente y disfrutar de espacios que solo se abren por esta temporada convirtiéndose así, mas que en una cuestión religiosa, en un festival”.Definitivamente durante estos días Popayán es otra. En esta época se abren muchos lugares, hay muchos eventos, llegan las artesanías, exposiciones de arte, los cafés, las discotecas, hay toques, los famosos ‘performance’, conciertos, obras de teatro, llega la filarmónica, mejor dicho, hay de todo. Esta época es la excusa perfecta de los jóvenes para salir a la buena vida nocturna de Popayán que durante estos días no se interrumpe ni por las procesiones, antes esta en su furor inclusive si las procesiones, antes esta en su furor, inclusive si la procesión esta pasando por la calle del establecimiento sencillamente se cierra por cuestión de segundos la puerta y las ventanas hasta que pasen, pero luego todo sigue normal.

Popayán a sufrido tal cambio que a diferencia de hace unos años ahora las emisoras siguen su programación de música común y corriente. “Primero el terremoto del 83 y la gente no coge escarmiento todavía” dice doña Edelmira afirmando que lo que era semana santa se ha vuelto en una “parranda santa” y que el Señor nos va a castigar por la falta respeto, fe y devoción. Es así como muchos payaneses manejan el imaginario del terremoto del 83 como un hecho que fue producto de un castigo divino por la desobediencia y decadencia en que la gente se encontraba durante estas festividades. Si fuera así, entonces Popayán se debería alistar para una próxima catástrofe. Pienso que quizás tiene algo de razón en lo que dice ya que las cosas han cambiado mucho desde que era un niño, y el respeto que me quedaba por esta tradición se ha ido perdiendo cada vez mas, quizás desde que mi mama me engaño cuando me decía que en un futuro podría ser carguero omitiendo detalles como que por no tener palanca ni pertenecer a la clase pudiente este sueño era imposible, ya que esa era la única forma de poder participar en la semana santa, aunque pensándolo bien si hay cabida para la gente del común: de barrenderos o iluminando con las velas, siendo así “la única forma de que un payanes que no halla nacido en cuna de oro y no sea de apellido, pueda participar en la semana santa” afirma “Lucha”.

8 pm, viernes santo y otra vez como todos los años esta pasando la procesión por las calles de Popayán, pero esta vez los pasos no salieron de la catedral sino de la iglesia “San Pacho” en la cual me encuentro en este momento esperando al parche para irnos al eléctrico, donde solo vas a dos cosas: a tomar y a drogarte. El lugar esta lleno de rockeros y metaleros. Nos sentamos a fumarnos lo que nos queda de la semana pasada, y a juntar lo de la media de caucano o para la garrafa de oporto si la plata no alcanza, aunque eso no es lo que precisamente piensa mi mama que estoy haciendo. El lugar es frecuentado por la policía quienes se llevan de paseo a más de uno en la camioneta verdi-blanca después de la requisa habitual. “dicen que la tomba va a cerrar el eléctrico” nos contaba Alex punk, el que se invento la receta del “yogo-whisky” el cual te garantizaba una borrachera casi alucinante o ceguera total. Luego los que tienen como, siguen su rumbo de diversión: unos se van para la green-house, que en su mayoría son quienes gustan del ambiente alternativo, y los otros ponchan en catay, el sitio de encuentro de “los niños bien” que de allí salen a rumbear.

Mi opción habitual esta noche hubiera sido la “green-house” pero en este caso, definitivamente necesito unos cuantos instantes de reflexión o alucinación, lo mismo da. Emprendo camino hacia la majestuosa entrada de Popayán, la cual esta rodeada de hermosos guayacanes con flores multicolores que solo se dibujan en mi cabeza, ya que realmente me encuentro caminando por fríos caminos solitarios bajo la tenue luz de las estrellas que solo me permiten divisar el contorno de las montañas allá en el horizonte. Me detengo, analizo y trato de mantener la mirada fija para nunca olvidarlo y guardarlo como un tesoro: arcoiris alrededor de la luna. Pareciera que fuera el abrebocas de una noche inolvidable, de encuentros divinos.

Al fin me encuentro en el valle de los hongos, mas conocido por el turista como “el valle de las cometas” donde no son estas precisamente las únicas que vuelan, me siento decidido a tomar una llave para entrar a nuevos mundos y volar como esos pájaros artificiales. Inmediatamente siento una gran acogida por parte de la Pachamama, siendo así la madre tierra quien me permite disfrutar de espacios inexplorados por el hombre haciéndome el único afortunado de estar aquí.

Todo pierde su forma original y empieza a transformarse: colores intensos, seres que salen de la nada y así mismo desaparecen, sin dejarme distinguir lo real de lo que no lo es. De repente, me encuentro en el morro de Tulcán, junto al cacique de los indígenas pubenza: Payan, a quien hoy en día se le debe el nombre de la ciudad. Subiendo la cima de la montaña presencio la ceremonia de agradecimiento que los indígenas le ofrecen al dios sol por los buenos tiempos de cosecha y rituales que se llevaban a cabo mucho antes de que la estatua del tirano Sebastián de Belalcazar reemplazara la cima de la montaña del morro y mucho antes que el ambicioso hombre blanco entrara a estas tierras para robarnos lo nuestro e imponer su pensamiento, religión y forma de vida, derramando la sangre y dándole muerte a muchos pubenenses, quienes a pesar de su resistencia y valentía no pudieron contra las armas del europeo. Hubieron estrategias casi suicidas por parte de los indígenas contra el sometimiento español, entre las cuales, teniendo conocimiento de que el hombre blanco los necesitaba para trabajar la tierra y recoger sus frutos, se negaron a sembrar y a cultivar. Lastimosamente dichos sacrificios no tuvieron los resultados esperados y lo único que causaron fueron epidemias de hambruna que acabaron con muchos pubenenses. Pero el indio no se rindió fácilmente y decidió luchar hasta el final en muchos enfrentamientos, como la batalla de guazábara, en la cual centenares de indígenas murieron en el intento de defender su libertad, pero todo fue en vano por que a final de cuentas su cultura fue victima de la colonización.

Después de este viaje, salen ríos de dolor de los ojos del cacique Payan, refiriéndose a la ingratitud que el payanes ha tenido con sus raíces indígenas y que casi avergonzado de sus orígenes los niega, dejándolos empolvarse en el olvido. Pero al tirano enemigo que nos sometió, destruyo nuestra cultura y derramo tanta sangre inocente, si se le ha levantado un monumento en su memoria, mientras que de los héroes y mártires que lucharon por la libertad de Popayán y contra el sometimiento español es poco lo que conocemos.

El cacique ha desaparecido, al igual que Belalcázar, los pubenenses, los españoles y el morro de Tulcán. Creo encontrarme solo hasta que veo una silueta conocida a mi lado. El Señor de calzoncillos ha regresado, y hoy no es precisamente el domingo de ramos de mi infancia. Esta vez de manera algo imprudente me arriesgo a darle respuesta a las preguntas que siempre me formulaba cuando lo veía, atreviéndome así a interrogarlo como un niño inquieto por saberlo todo. Y así fue, le pregunte “¿a que se debía esa cara larga? ¿Acaso vergüenza? ” “¿porque esa indiferencia cuando se pasea por las calles de Popayán? ¿No le alegra ver a sus seguidores acaso?”. En ese momento por primera vez el señor de calzoncillos dirigió su mirada hacia mi, mirándome fijamente a los ojos me contesto: “es la inmensa tristeza de saber que mi muerte es la excusa para el comercio, la farándula y la parranda. Y la vergüenza de que el hombre me obligue a protagonizar una farsa como esta semana”. Pero lastimosamente, la ciudad aun sigue jugando con un imaginario religioso del que siempre se ha hablado pero que ya no se refleja entre una masa de mentes corrompidas y contaminadas por los placeres mundanos, nociones de libertad, protesta, y conocimiento de la realidad de su contexto, donde ya no hay cabida para respetar una institución como la iglesia que carece de moral para entrar a juzgar a los pecadores.

No hay comentarios: